Guillem de Montrodón
“E hagueren acord, quan foren en Catalunya, qui ens nodriria. E acordaren-se tots que ens nodris lo maestre del Temple en Montsó: e son nom d’aquell maestre era Guillem de Mont-rodón qui era natural d’Osona, e mestre del Temple d’Aragó i en Catalunya”
Con estas palabras homenajea el rey Jaime I a su tutor de infancia, Guillem de Montrodón, dictadas por él mismo (se cree que no sabía leer ni escribir) y recogidas en el Llibre dels feyts.
Guillem de Montrodón nació en 1165 en el término de Taradell, en la comarca catalana de Osona, en el seno de una familia de la baja nobleza: los Montrodón, vasallos de la poderosa casa Centelles. Su padre fue Guillem I de Montrodón, que a su vez era hijo de Ramón Bofill y de Maiassendis. Su madre tenía por nombre Guilleuma. Fue el segundo de cuatro hermanos: Ferrer I, el mayor, que heredaría las tierras de la casa; Adaledis y Saurina. Como era natural en las familias nobles de la Corona de Aragón durante el medievo, los hijos segundones eran destinados a ingresar en las órdenes religiosas o en las órdenes militares; ese fue el caso de Guillem de Montrodón. A los veinte años se traslada a Barcelona, donde residirá hasta que ingrese formalmente en la Orden del Temple el 18 de agosto de 1203, a los treintaiocho años de edad; en su testamento de tránsito de la vida seglar a la monacal dirá que abandona las cosas de siglo para darse a sí mismo como fraile de Dios.
Su proximidad a la casa Centelles le granjea buenos contactos en la corte de Pedro II el Católico, por lo que en 1207 accede al cargo de comendador de Gardeny (Lérida). Desde octubre de 1211 a mayo de 1212 será comendador de Masdeu (Rosellón) y acompañará desde entonces al rey en las campañas militares que emprende: en 1212 en las Navas de Tolosa, batalla en la que tomó partido contra el infiel; no así en la de Muret, en 1213, pues la regla no permitía a los templarios batallar contra enemigos correligionarios. Probablemente la regla templaria le salvó de la muerte, pues la derrota supuso un terrible descalabro para la cúspide de la pirámide feudal de la Corona que terminó hasta con la propia vida de Pedro II el Católico.
Ese mismo año de 1213 es nombrado Maestre de la provincia templaria de Aragón, Cataluña y Provenza. El papel que jugará a partir de entonces será crucial. Integrará la embajada aragonesa que viajará a Roma para pedir al papa Inocencio III que interceda para la liberación del pequeño rey Jaime, en manos de Simon de Monfort que lo retiene en Carcassone. Una vez liberado, el joven monarca será enviado a Monzón, sede en esa fecha de la provincia templaria, para que el capítulo de frares que comanda Guillem de Montrodón le eduque junto a su primo Ramón Berenguer de Provenza, de su misma edad. Serán solo tres años, pero supondrán un lapso de tiempo crucial para su educación: de 1214 a 1217.
En 1220 abandona el maestrazgo para convertirse en simple frare. A partir de esa fecha ocuparía un puesto destacado en el consejo de joven rey como responsable de la hacienda pública, muy mermada desde el reinado de Pedro II. Ese cargo ostentará hasta que le sobrevenga la muerte en 1225.
DARÍO ESPAÑOL SOLANA
Miembro de la Sociedad Española de Estudios Medievales